Hay temas económicos que son culturales. El mejor ejemplo es el dólar. De hecho, el argentino compra dólares cuando están baratos porque cree que pueden subir y también los compra cuando están caros porque piensa que pueden seguir subiendo.
Otra variante de la lógica aplicada de los argentinos con el dólar está vinculada al ahorro. En el primer mes completo sin cepo más de un millón de personas compraron dólares. Por esta vía, solo en mayo pasado se fueron más de US$ 2.000 millones. Y si a este dato se suma el turismo, otra variante local de un dólar accesible, la cifra es mucho mayor.
También es cierto que la propia recuperación de la economía demanda más dólares. Este año la economía de la Argentina, más allá del rebote de un 2024 de fuerte caída, subirá con fuerza. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), el país aumentará 5,5% su Producto Bruto Interno (PBI), cifra que convertirá a la Argentina en el segundo país que más crecerá del mundo, sólo superado por la India y por encima de Brasil, México y China.
En la semana pasada el dólar tuvo el salto que la industria esperaba. En el último día de julio subió 55 pesos y en el mes un 13,6%. El dólar pasó a ser más competitivo para la producción, al menos por ahora.
Con los nuevos números el dólar quedó muy cerca del techo de la banda que diseñó el Gobierno y en la cual flota el tipo de cambio. El presidente del Banco Central, Santiago Bausili, dijo que el «movimiento de los últimos días en realidad es un tema de bancos internacionales que tienen un costo de capital asociado con la exposición que tienen los distintos países y ese costo de capital se mide según la foto de exposición al último día del mes».
Si bien el Gobierno se puede beneficiar de la suba del dólar, hay datos para tener en cuenta. La mini corrida tiene como origen el desarme de las Letras Fiscales de Liquidez (LEFI), que eran instrumentos emitidos por el Tesoro con el objetivo de absorber pesos que tenían los bancos. Ese desarme provocó que se volcaran al mercado millones de pesos. Una parte de esos pesos se fue al dólar.
En principio, el aumento es ideal para el Gobierno. Básicamente porque es devaluar sin decir que se está devaluando. El precio lo está poniendo el mercado, todo dentro de la regla.
Las causas, más allá de la conveniencia, están ancladas en la propia recuperación de la economía, en la finalización de la liquidación fuerte de la cosecha gruesa, en el desarme de las LEFI, en el dólar ahorro y en la balanza de turismo.
Todo ese combo implica que lo que faltan son precisamente dólares entre los que se necesitan y los que se producen. Eso sí, esa falta de dólares de desbalance no implica que el Gobierno no tenga herramientas para contener la divisa estadounidense. La espalda para enfrentar cualquier corrida se refugia en los US$ 12.000 millones que tiene el Banco Central vía crédito del FMI. Hay más: en la semana también el Fondo confirmó y giró US$ 2.000 millones (entraron hoy) que son parte del acuerdo con Argentina.
Sin embargo, y más allá que la devaluación del peso de los últimos días se convierte en un tipo de cambio más competitivo, la situación se puede complicar si la suba del dólar se traslada a los precios. De hecho, en los supermercados ya llegaron listas con aumentos. Otros sectores, como el automotriz, ya aumentaron o analizan hacerlo. En el caso de la venta de autos se piensa en números dispares que van del 2% al 10% según el modelo.
¿Hay margen para aumentar los precios y vender? La respuesta es dispar. Hay economistas que creen que hay sectores que no van a tener margen para aumentar los precios porque o no van a vender. En el Gobierno, agregan, que los productos importados le ponen un freno a la suba de precios.
«Respecto al traslado a precios de la reciente suba del tipo de cambio, estimamos que debería ser bajo en términos relativos a la historia reciente, en un contexto en el que buena parte de la actividad asociada al mercado interno aún está fría y en el que los precios de los granos en el mercado internacional han disminuido en el mercado internacional», asegura el informe de la consultora SurAmericana
El aumento de la importación puso una alarma en la industria. El presidente de la Unión Industrial Argentina (UIA), Martín Rappallini, alertó sobre la destrucción del empleo que está sufriendo el sector. El empresario dijo que la actividad está amesetada desde abril y advirtió sobre el impacto en el mercado laboral. “Vemos que mes a mes hay una pérdida de 1.000 a 1.500 puestos de trabajo promedio en la industria. Eso viene desde marzo en adelante”, dijo Rappallini.
En el último informe industrial de la UIA, donde se anticipan los datos del mes de julio, indican una recuperación interanual (en gran medida debido al bajo nivel de 2024), pero con un desempeño heterogéneo al interior de la industria si se compara respecto al mes anterior y en comparación al mismo período de 2023.«La importación impacta, pero estamos más preocupados por la actividad. En algunos casos, como materiales de construcción la caída es mayor al 30%. En textil y calzados es lo mismo», aseguró Rappallini.