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Julio Bocca: Quiero que el ballet sea popular

“No me gusta hablar alto. Hablo como hablo yo. Yo hablo así. No soy de gritar. Tengo este tono como para que la gente escuche. No hay que gritar para que te escuchen, sino tenés que prestar atención”, dice Julio Adrián Lojo Bocca cuando NOTICIAS le pide que eleve un poco la voz. Es el comienzo de una charla que refleja al hombre y al artista excepcional.

“Soy una persona muy trabajadora, muy exigente y humilde. Una persona que le gusta hacer el bien, que siempre está más preocupada por los demás que por sí misma. Que trata de buscar cosas nuevas y diferentes. Curiosa, que está abierta, siempre dispuesta a aprender, y que si se equivoca lo reconoce”, sostiene.

Bocca es el actual Director del Ballet Estable del Teatro Colón y es también un maestro invitado por las principales compañías del mundo. Este año ya estuvo en Estocolmo, en el American Ballet y en Corea y le espera el San Francisco Ballet y Viena.

Cuando habla de sus fortalezas, la constancia y la disciplina están en primer lugar. También la confianza. “A pesar de que me han hecho de todo, gente en quien confiaba me ha clavado un cuchillo, sigo confiando en la gente, quizás con más pasos hasta llegar a la confianza. Mi fortaleza es también creer que siempre se pueden hacer cosas, que todos tienen la misma posibilidad. Y el respeto”.

En cuanto a sus aspectos más difíciles, menciona la exigencia: “Me gusta que todo salga bien, que todos estén al mismo nivel. Cuando veo que las cosas se pueden hacer y no se hacen, soy más exigente y me da bronca. Ahora trato de tranquilizarme, de saber cómo ponerme en la situación. No todos van a poder hacer todo bien, van a ser rápidos o van querer esa visión que uno quiere. Trato de compensar para no hacerme tanto mal. Pero voy a seguir buscando la excelencia”.

Noticias: ¿Hace terapia?

Julio Bocca: Hice cuando era chico y gané el concurso de Moscú. De golpe todos me hablaban, me ayudaban, eran amigos. El cariño de la gente, la prensa, mi cabeza hizo “buuu”. Trataba mal, era despectivo, bastante soberbio. Entonces, mi representante, Lino Patalano, me recomendó un psicólogo. Me costó un tiempito tomar la decisión, pero fui y me sirvió muchísimo. Puse de nuevo los pies en la tierra y mi cabeza en su lugar. Me acomodó a mi nueva realidad. Salir de una familia clase media a baja a estar en el mundo y a los 19 irme a Nueva York como primera figura del American Ballet. Era mucho. Después volví para aprender a decir que no. 

Noticias: ¿Volvió a terapia?

Bocca: Sí, porque hubo un período que estuve casi seis años sin vacaciones. Era mi momento y quería hacer todo. Te llaman de la Ópera de París, del Royal, de la Scala, del Bolshoi. ¿Vas a decir que no?. Tenía contratos firmados dos o tres años antes. Pero empecé a no sentirme bien en las funciones, a no disfrutar, terminaba vacío. En un momento me cansé de mí mismo y quise dejar todo. Me reservé casi un mes en una isla, desconectado de todo. Me gusta el mar, me tranquiliza, pero a los diez días ya estaba con ganas de volver. Ahí volví al mismo psicólogo. Aprendí a decir que no con mucha dificultad y me obligué a tener cada año por lo menos dos semanas de vacaciones. Y la última vez que fui a terapia fue cuando empecé con el proceso de mi retiro. Mi última función de Giselle, mi última del Quijote, de Romeo y Julieta, así fui haciendo un cierre de cada personaje hasta llegar al final con la despedida en la avenida 9 de julio. Disfruté al máximo esa función, me sentía feliz, estaba sonriente de haber tomado la decisión de retirarme en lo mejor de mi carrera. Uno tiene que saber salir porque hay gente joven que viene detrás. 

Noticias: ¿Siente que dejó un legado? 

Bocca: Siento que dejé un camino abierto, una forma de trabajo, un respeto. Yo voy a cualquier compañía del mundo y hay un cariño, un respeto, porque saben quién soy, aunque muchos no me hayan visto bailar. Algo dejé y es lindo poder recibir eso en cada lugar que voy. Es un respeto por mi trayectoria, por mi carrera, por lo que hice.

Noticias: ¿Su mayor desafío?

Bocca: Quizás el aceptar momentos específicos como mi primera operación de rodilla, no sabía qué iba a pasar, si iba a bailar de nuevo o no. Después de la séptima operación ya estaba acostumbrado. Sabía que se puede volver.

Noticias: ¿Su mayor logro?

Bocca: Vivir de lo que elegí y amo. Tengo una carrera increíble, he llenado estadios de fútbol, he hecho popular el ballet, he dado millones de posibilidades a bailarines, coreógrafos, directores. Sigo ayudando, sigo luchando por el bailarín, por la danza de buena calidad. En mi vida personal también, estoy en pareja hace diecisiete años con un ser humano maravilloso. 

Noticias: ¿Se siente un triunfador?

Bocca: No hice esto para triunfar. Lo hice porque me gustaba bailar, estar en el escenario, transmitir sensaciones. Tampoco busqué ser reconocido. Yo quería que la danza fuera popular, que todos pudieran ver esta cosa maravillosa y elegir si les gustaba o no. 

Noticias: ¿Cómo hace para manejar su ego con semejante carrera?

Bocca: Con el apoyo, la educación y los valores de mi familia. La disciplina, el respetar y disfrutar el trabajo. Sacando el momento que volví de Moscú, esos valores siempre estuvieron. Y tuve la suerte de hacer lo que me gustaba. Yo le ponía el mismo amor cuando bailaba en un escenario con piso desnivelado, un estadio de fútbol, el Luna Park o en el Metropolitan Ópera House. Lo importante era bailar, ser transmisor de este hermoso arte y que la gente pudiera disfrutar.

Noticias: Ahora le toca estar en el Colon. ¿Qué implica ser el Director del Ballet Estable?

Bocca: Cerrar un círculo de mi carrera. Yo empecé a los ocho años en el Colón, acá he tenido cosas muy malas y cosas maravillosas. Quiero lograr, por ejemplo, que primeras figuras argentinas que trabajan en el exterior también puedan trabajar en esta casa. 

Noticias: ¿Con qué situación se encontró?

Bocca: Mi sensación es que entré como en el pasado. Maravilloso, pero hay todo un nuevo mundo, una nueva forma de bailar, una dinámica diferente, producciones nuevas. Y también sentí que es el teatro de la gente de acá, no es el teatro de todos. Se me ocurrió, por ejemplo, convocar artistas plásticos, como Renata Schussheim, para que trabajen en los programas de mano. Abrir, unir a esta gente para que sean parte del teatro. También incorporé el perifoneo. Una hora antes de la función la gente que quiere puede escuchar una charla para saber qué va a ver. Dentro de eso, siempre hay un bailarín, un técnico, alguien de sastrería, un músico, un director. Es volver a hacer el trabajo que uno hizo, que un poco desapareció, que el ballet sea popular, que sea para todos. 

Noticias: ¿Qué otros objetivos se plantea?

Bocca: Llevar el ballet de gira, hacer más funciones – para el año próximo va a haber seis temporadas de ballet – más obras contemporáneas. El Colón es uno de los pocos teatros donde se hace todo, vestuario, zapatería, peluquería, escenografía. Eso hay que mantenerlo porque es mágico, pero sí tratar de aggiornar más y de modernizar.

Noticias: ¿Cómo es su relación con el cuerpo de baile?

Bocca: Bien, ahí. Ni bueno ni peor. Estamos bien, estamos conociéndonos. Muchos me conocen, saben cómo me manejo, y otros son nuevos. Recién hace cuatro meses que empecé a trabajar, seguiremos conociéndonos. 

Noticias: ¿Pudieron superar las rispideces que tuvieron este año a raíz de la metodología de trabajo?

Bocca: Sí, estamos trabajando de 10 a 5 y tenemos cuatro horas cuarenta de ensayo. Los coreógrafos siempre piden seis horas para ensayar, por eso yo pedí una hora más para llegar a casi esas seis horas. También pedí la clase obligatoria y se empieza a las 10 en vez de a las 11. Al haber menos horas de ensayos se necesitan más semanas para trabajar las coreografías. En vez de hacer más funciones o poder salir de gira, perdés el tiempo en más semanas de ensayos. Son cambios que hay que hacer y vamos a ver si ellos quieren hacerlo. No es cuestión de obligar a nadie, sino que también ellos, que eligieron esta profesión, le pongan el corazón. 

Noticias: ¿Qué pasa con la jubilación de los bailarines del Colón?

Bocca: Hay que armar algo que sea bueno para los que están y para los que vienen. Hay que ver cómo se hace y que sea un proceso de transición para el bailarín. Un bailarín puede bailar hasta los 45 años como mucho. Hay que prepararlos y acompañarlos en esa transición porque la vida continúa y tienen posibilidades de hacer otras cosas.

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