“El teatro es el encuentro en un mundo donde la virtualidad nos aleja cada vez más. Es nuestra forma de mantener viva la memoria argentina. Cuando hacemos teatro, el ritual comienza”, dice Fabi Maneiro, directora de “El grito y el silencio”, de Selva Palomino que se estrena mañana en Andamio 90 con funciones los viernes a las 20.30.
Con actuaciones de Gabriela Villalonga y Luciana Procaccini aborda una historia real en torno a la figura de Julio Argentino Roca. Conversamos con Maneiro.
Periodista: La obra recupera una historia poco conocida de Julio Argentino Roca pero desde la óptica de dos mujeres, ¿cómo es ese lazo que las une?
Fabi Maneiro: Estas dos mujeres, madre e hija, están unidas por un lazo indestructible a pesar de ellas. Y digo “a pesar de ellas” porque ninguna quiso ser parte de esta historia. Ignacia Robles es la mujer que Julio Argentino Roca, tuvo cautiva durante una semana en la que ejerció sobre ella el poder para concretar sus más oscuros deseos y que, con tan solo 14 años, queda embarazada. Al poco tiempo nace Carmen Robles, una hija que porta el apellido materno porque nunca fue reconocida por su padre. Ambas luchan por liberarse y enfrentar a Roca; cada una desde su lugar y su tiempo.
P.: ¿Qué podemos decir de la figura de Roca y que vigencia tiene hoy?
F.M.: Roca es un personaje controversial dentro de la historia argentina, sobre todo por la violencia y la destrucción que provocó con la Campaña del Desierto. Alguien que es capaz de liderar este tipo de acciones sangrientas y deshumanizadas, es capaz de cualquier cosa. Esta figura que escribió con sangre nuestra historia, reaparece cíclicamente. Hoy, en esta sociedad turbulenta en la que estamos viviendo, la violencia que se ejerce contra aquellos que defienden los derechos adquiridos, la destrucción del estado, la derogación de leyes que llevaron años de lucha, el abuso del poder, la destrucción de la cultura y sus instituciones, nos acerca a los momentos más oscuros de nuestra historia. Todos los días se avasallan derechos y se prohíbe la manifestación pacífica para reclamar por estos.
P.: La obra aborda temas como el abuso, la manipulación, la violencia de género, el patriarcado, todos temas muy de hoy, cómo se actualizan desde Roca?
F.M.: En la obra vemos como esta misma violencia es ejercida sobre Ignacia Robles y en consecuencia sobre Carmen, su hija. Pero si no supiéramos que la obra está basada en ellas y su relación con Julio Argentino Roca, el espectador podría creer que esto está sucediendo hoy, más allá de la historia real que contamos. El pasado vuelve cíclicamente.
Conmueve ver un hecho histórico de esta naturaleza y sentir que está pasando hoy. Es necesario poder vernos reflejados en este tipo de teatro.
P.: ¿Cuál es la herencia política social y cultural que dejó?
F.M.: La campaña que realizó Roca significó la destrucción de la cultura y la vida tradicional de los pueblos indígenas, la pérdida de sus tierras y recursos y la desestructuración de sus comunidades. En la obra el personaje de Roca tiene un texto que dice “argamasa entre mis manos fue este país”. Estas palabras, hoy regresan como un eco.
P.: ¿Qué queda hoy del teatro político de Teatro Abierto o similares?
F.M.: Los argentinos tenemos la cultura de resistir a través del arte. El espíritu de teatro abierto está presente, siempre. Todos los años se realizan los ciclos teatro por la identidad, teatro por la justicia… por nombrar solo algunos. Por supuesto que después está el tipo de teatro que cada uno decide abordar, por ejemplo yo dirijo un colectivo femenino que aborda temas de género, el rol de la mujer en la sociedad de todos los tiempos. En nuestra última producción, Crisálidas, por ejemplo están presentes desde Artemisia Gentileschi una pintora del siglo XVII que fue violada por su maestro, hasta las madres de plaza de mayo y Milagro Sala.
P.: Muchos estamos haciendo obras para, como decís, exorcizar los miedos, para atrevernos, para luchar por una sociedad más justa. ¿Qué más podes decir del teatro hoy?
F.M.: Creo que cuanto más nos quieren acallar, más necesario y urgente resulta este tipo de teatro. Las crisis funcionan como motor para la creación. Es nuestra forma de manifestarnos, de estar presentes.