El Diablo, el Poseso y el Chamán se despiden de los escenarios. Su show final será este sábado 6 de septiembre en Strummer Bar. Días previos se reunieron para ensayar por última vez. Era una tarde lluviosa, gris y fría. También un poco triste, como el blues.
Calle sin salida. Como si fuese un designio del destino. La última juntada antes del show es a metros de un punto muerto. Una vía sin continuidad a causa del Tren Sarmiento. Encima, llueve. La tarde es gris. El paisaje está pasado por agua. Las emociones de igual modo. La humedad se cuela en las articulaciones y los movimientos se vuelven inestables. Las despedidas duelen. Dejan marcas. También recuerdos empapados de felicidad. Gualicho Turbio dejará de tocar en vivo. Pide licencia para marcharse. Quedarán sus canciones. Su obra flotando en el éter. Lo que se pierde se vuelve invulnerable. Se escucha una armónica a lo lejos. Hay blues. Dicen que en el adiós está la bienvenida. Habrá que festejarlo con música.
El Poseso silba “Close to you” de The Carpenters. Se sienta en el piano que hay en el lugar e improvisa algunas notas. “¿Cuándo es que tocamos?”, pregunta. Lo miran y sonríe. Parece inquieto. Se le hace larga la espera del armado de sus compañeros. Prueba la voz y deja a mano sus maracas. Solo le queda aguantar. El Chamán desenfunda sus armónicas. Las observa metódicamente y las limpia. Acerca una al micrófono y empieza a lanzar los primeros sonidos bluseros de la tarde. La lluvia brinda el ambiente perfecto. Acomoda su palo mágico: una rama gruesa vestida con pezuñas de vaca y cascabeles. Al fondo de todo, está el Diablo. Prepara su micrófono, su kazoo, su guitarra, su bombo y su redoblante. Porque aunque no lo puedan creer, toca todo al mismo tiempo.“No quería algo estándar. Me han incitado a llamar un baterista, un bajista, pero me puse firme con que sea una monobanda”, cuenta el Diablo, alter ego del músico y productor Zelmar Garín. “El chiste es tocar varios instrumentos a la vez para representar lo diabólico. El rock and roll y el blues son hijos del diablo. Sumado a todo eso del pacto con el demonio para poder tocar. Además tengo mucha relación con la murga porteña y los disfraces”.
Fueron muchas las encrucijadas que atravesó el Diablo hasta conocer al Poseso. Algunas de asfalto, otras de tierra. Todas en el oeste del Conurbano profundo. “Ya me habían hablado de Zelmar. Me contaban que hacía música experimental. Yo pensaba: este debe ser un rollinga al que se le desafinó la guitarra y no la pudo afinar más”, recuerda el Poseso, alter ego del cantante y poeta Juanjo Harervack. “Soy el médium, el que canaliza. Cuando subo al escenario pierdo la conciencia, conecto, no estoy yo”.
La música experimental de uno se unió con el rock setentista del otro. Luego, llegó el blues: Lightnin’ Hopkins, Muddy Waters, Howlin ‘ Wolf y los primeros Rolling Stones. Toda la escena del rythm and blues británico: The Pretty Things, Downliners Sect. Tampoco pudieron esquivar el garage de The Strokes, White Stripes y The Hives. “Había que darle una vuelta de rosca a todo eso”, recuerda el Diablo. Esa tuerca giró cuando se topó con T-Model Ford. “Tocaba esos blues que nos gustaban pero producidos por un sello medio punk indie llamado Fat Possum. Investigué ese catálogo y había un montón de bandas sin bajo. Entonces, Juanjo le pidió a su ex suegro que me haga el pedal con el que toco el redoblante y empezamos a registrar las primeras canciones en un grabador de cinta abierta a toma cero”.
El golpe de ese mismo pedal en el redoblante retumba en la sala. Los tres se miran y asienten con la cabeza. Gualicho Turbio está a punto de empezar su último ensayo. El bombo del Diablo comienza a marcar el ritmo. Las maracas del Poseso acompañan. Dejan el ecosistema perfecto para que entre el sonido de la armónica. La vibración de esas lengüetas metálicas se siente en el cuerpo. Lo interviene. La canción con la que arrancan se llama “Alucinación” (y es lo único que voy adelantar del show). “Soy alucinación, dentro de vos va la vida”, dice una parte de la letra. Aunque la que más hable sea la armónica del Chamán.
“Con esta banda, cumplí un sueño”, confiesa el armoniquista Hernán Balbuena. Su alter ego es un chamán urbano que anda por los barrios. “Yo no tengo la ayahuasca porque no soy del Amazonas. Pero tengo mi elixir que es el sonido”. Por amigos en común llegó a conocer al Diablo y al Poseso. Un compilado de blues de Chicago fue la puerta de entrada. Después, soplar y aspirar al ritmo de los doce compases. La cantante y bailarina Bárbara Aguirre también fue parte del primer proceso. “El concepto de Gualicho es muy autóctono y lo turbio muy compadrito”, explica el Diablo. El proyecto no solo había encontrado su nombre, sino también su espíritu. Antes de comenzar cada show, los integrantes salen a la calle. Hacen una ceremonia. Queman hierbas, ahúman, purifican el espacio. Preparan a los presentes (y los ausentes, quizás) para el ritual del rock and roll.
Gualicho Turbio editó tres discos. El primero homónimo fue lanzado en el 2015 con una edición limitada en vinilo. Tiene 13 canciones. El segundo álbum de 2017, “Gato Negro”, fue grabado por Carlos Acconcia en su estudio casa de Florida donde se usaron ambientes naturales y los efectos utilizados fueron analógicos, armados y tocados desde pedales. Tiene 11 canciones y también fue editado en vinilo. Y el último, “Un ruido otra vez”, lanzado en 2022, cuenta con 10 canciones. Cada una de estas etapas estará representada en este último show.
El ensayo termina. Como crimen en un callejón, hubo muy pocos testigos. Junto con el percusionista invitado Nahuel Creche, prometimos guardar silencio. Uno parecido al que de golpe ronda en la sala. Quien lo rompe es el Poseso. Comenta sobre un objeto interestelar que llegará en el mes de noviembre. Algunos lo identifican como un asteroide. Otros creen que podría tratarse de una nave extraterrestre con trayectoria intencional hacia la tierra. La despedida podría ser total. “Lo voy a disfrutar, no lo voy a renegar”, dice el Chamán. “Lo voy a vivir como el último pero siempre pensando en que nos vamos a volver a juntar. Puede llevar 10 o 20 años pero vamos a volver”, dice el Poseso. “Nací para hacer música, es mi rol en la vida. Todos somos nexos. La despedida es la punta del crecimiento hacia una nueva oportunidad”, cierra el Diablo.
La cita será el Sábado 6 de Septiembre en Strummer Bar (Godoy Cruz 1631, Palermo).Vayan, antes de que sea demasiado tarde.
Sebastián Comadina