Caminar por un bosque es, muchas veces, un gran viaje aromático. Y es que, en ese estado de naturaleza pura, donde las árboles y plantas crecen sin la interferencia del hombre, algunas especies nos seducen olfativamente. Una de ellas es, sin duda, el eucalipto.
Con más de 700 especies diseminadas por el planeta, la mayoría de ellas oriundas de Australia y Nueva Guinea, este género de árboles y arbustos pertenece a la familia de las mirtáceas, una de cuyas características principales es, justamente, ser plantas aromáticas por sus aceites.
Su perfume mentolado contribuye a generar ambientes frescos, calmos y relajados, ya sea a través de sus hojas o también de sus frutos, unas cápsulas leñosas que bien pueden en esos hornitos decorativos con una vela debajo y un poco de agua para que no se quemen.
Para generar un ambiente fresco y natural que nos transporta a un bosque, una opción es darse unas “duchas aromáticas”: si ponemos ramas bien cerca del agua caliente (¡pero sin mojarse!), el vapor va a hacer que liberen sus aceites esenciales y creen una atmósfera súper relajante.
También podemos hervir las hojas y esparcir el vapor por los distintos ambientes de la casa, como living y habitaciones. Otra forma de aprovechar las propiedades del eucalipto es colocar hojas secas en bolsitas y guardarlas en cajones y/o armarios. O bien, quemar hojas secas para tener un delicioso incienso natural. De esta manera, su aroma también nos acompañará en nuestras rutinas caseras.
Otra propiedad “hogareña” del eucalipto, sumamente útil en estos tiempos donde los mosquitos también suelen invadir los inviernos, es la de repelente natural. Con estas ideas, ramitas, hojas y frutos de eucalipto en el hogar siempre nos ayudarán a tener fragancias refrescantes que nos recuerden a cada momento esos escenarios naturales a los que siempre soñamos con volver.
Por último: “Me tomo cinco minutos, me tomo un té”, decía una recordada publicidad y también es posible usar el eucalipto para hacer una infusión y disfrutar de su sabor.
¿Cómo se prepara?
1. Calentar agua: hervir agua en una olla o tetera.
2. Agregar las hojas: colocar hojas secas de eucalipto en una taza o infusor (aproximadamente 2-3 gramos por taza).
3. Infusionar: verter el agua hirviendo sobre las hojas y deja reposar de tres a cinco minutos.
4. Colar y disfrutar: retirar las hojas y disfrutar de un té de eucalipto, se puede endulzar con miel o agregar limón